miércoles, 23 de marzo de 2011

M

El devenir inevitable de los días
el tránsito de los coches
una paloma que alza el vuelo
todo es cotidianidad.
El viento que mece los columpios
el caminar pausado de los transeúntes
miro la vida latir bajo mi ventana
y todo se me antoja monótono, cotidiano...
Entonces, te escucho
tu voz al otro lado del auricular
usas ese tono que tanto reconforta
y aseguras que la vida es algo hermoso,
un jeroglífico imposible de descifrar.
Ahí estas tu, con tu sonrisa aunque no pueda verla
viendo en lo gris un arcoiris
haciéndome reír aunque no quiera
aunque esa mañana piense que todo está acabado.
Siempre consigues que el sabor del café sea menos amargo
que el vaivén del metro no sea más que la danza de un simpático gusano
que nos arrastra a través de un bosque de acero.
Y no me pides nada a cambio,
te conformas con verme transformada
alegre como antaño
cuando las cosas no eran tan difíciles
ni podían hacernos daño.

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